Cata se lanza a las tablas con un dramón romántico sobre una joven que se queda embarazada e ignora cómo ha sucedido
Amaia Salamanca no tuvo dudas: quería hacer teatro, sabía que iba a aprender mucho. Así que tras terminar la tercera temporada de ‘Sin tetas no hay paraíso’, lo dejó todo para dedicarse a la escena. Entre tanto tuvo tiempo para rodar la miniserie ‘No estás sola, Sara’. Tres dramones, tres personajes sufridores, para una chica que sueña con una comedia.
-Embarazada sin saber cómo.
-En el siglo XIX era algo más chocante, ahora una madre soltera está a la orden de día. Pero Julieta lo pasa muy mal porque su familia no la apoya, se desentienden de ella y ni ella misma sabe cómo es posible que esté embarazada.
-¿Cómo describirías a Julieta?
-Es muy inocente al principio. Vive con su familia, está a gusto en su ambiente, y siente un gran amor por su padre. Cuando descubre el embarazo no lo puede creer, pero si no ha estado con ningún hombre. Y es entonces cuando tiene que demostrar su carácter, que tiene mucho. Eso me gusta de ella. Quiere darle un padre a su hijo, así que pone un anuncio en el periódico para que el responsable aparezca.
-¿La familia pasa del shock al alivio cuando aparece el culpable?
-Qué va. El shock sigue, porque es quien menos se esperan. En eso contamos con la complicidad del espectador, que sabe en todo momento quién es quién y lo que ocurre.
-¿Cómo se mete alguien en la piel de un personaje de 1800?
-Eso mismo me preguntaba yo. Siempre he actuado por intuición, porque nunca he estudiado arte dramático; en este caso, además, están las dificultades del texto y de la postura. Y ahí está el apoyo de los compañeros y de la directora. No es fácil, pero cuando es una obra de época ayuda mucho también la ambientación, el vestuario. En los ensayos todavía me preguntaba cómo iba a ser, no podía creérmelo; una vez que me vi con el vestido y el moño, me di cuenta de que era real.
-¿Cumple el teatro tus expectativas?
-Y más. Es que no sabes lo que es hasta que trabajas en él. El público, que ríe y llora contigo en directo. La tensión de cada día, que es verdad que es como un estreno. El tópico se cumple: cada función es diferente. Lo inesperado. La forma de trabajar, no puedes permitirte que nada salga mal porque es aquí y ahora. Sabía que iba a aprender mucho haciendo teatro y por eso tenía tantas ganas de enfrentarme al reto.
Una panzada de llorar
-Cambias de medio pero el personaje sigue siendo de los que sufren.
-Me toca sufrir, sí. Cata, Sara, Julieta, todos son papeles de mujeres que sufren, es verdad. Pero este, aunque tiene sus puntos de humor, es muy muy dramático. Me pego una panzada de llorar. Julieta sufre todo el rato. Tengo ganas de hacer una comedia, algo diferente. ¡De que no me peguen!
-Pese al drama, trabajando ‘en directo’ habrá situaciones cómicas…
-Uf, en esta obra hemos tenido unas cuantas. Una vez a Josep se le rompió el pantalón al agacharse para besarme la mano y no nos dimos cuenta hasta mucho después, porque lleva una gabardina encima. Cuando se la tuvo que quitar, ahí tenía el muslo desnudo, no me podía contener la risa… Pero hubo que hacer como si nada. Otra vez se nos rompió una silla que teníamos que utilizar en otra escena. En esos momentos, aprendes a improvisar.
viernes, 26 de febrero de 2010
Amaia Salamanca: «Quiero hacer comedia, que no me peguen»
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